Cómo se adaptan nuestros ojos a diferentes condiciones de luz


Nuestros ojos son increíblemente versátiles a la hora de detectar varios niveles de luz. Y aunque nadie puede ver si hay oscuridad total, es increíble la poca luz que se necesita para que nuestros ojos se ajusten a ella y puedan ver.

El ajuste natural del ojo a diferentes condiciones de luz se conoce como adaptación, y la realizan tres de las principales estructuras del ojo –  el iris, la retina y la pupila. 

Tanto al sol radiante del atardecer como a la casi completa oscuridad, descubre cómo tus ojos se adaptan a los diferentes tipos de situaciones de luz a las que estamos expuestos todos los días. 

Cómo funciona la adaptación 

Si alguna vez has usado una simple cámara compacta, puede que te resulte familiar este término: apertura. El lente ajustable permite que la luz entre para que la cámara pueda enfocar la imagen. El ojo humano funciona de una manera sorprendentemente similar.

Sabemos que la estructura del iris es la que da color o pigmento a los ojos, pero también está formada por músculos minúsculos que trabajan conjuntamente con las pupilas. Como guardianes de los ojos, ambos regulan la cantidad de luz que entra. La pupila se comporta de la misma manera que la apertura ajustable de la cámara que mencionamos arriba.

En condiciones de luz tenue, los músculos se relajan, permitiendo que las pupilas se dilaten y dejando entrar más luz. En entornos de luz intensa, los músculos se contraen, lo que hace que la pupilas también se contraigan, minimizando la cantidad de luz que necesita el ojo para enfocar.

Una vez que la luz entra al ojo a través de la pupila circular, se filtra a través de la retina hasta llegar a células sensibles a la luz que recubren la parte posterior del ojo llamada fotorreceptores. Estos están divididos en dos grupos dependiendo de su forma y función: 

  • Bastones: responsables de la visión nocturna, tienen poca resolución pero son más abundantes. 
  • Conos: contribuyen a la visión diurna, y son responsables de la visión en color aunque son menores en número.

La combinación de las funciones de estas dos células receptoras permite a nuestros ojos adaptarse a diferentes condiciones de luz – con la retina ayudando a pasar la carga de trabajo entre los bastones y los conos basándose en la cantidad de luz que las pupilas dejan entrar. 

Cómo se ajustan tus ojos a la oscuridad 

Si te preguntabas cómo es posible ver en una habitación oscura con poca o nada de luz, se lo debes agradecer a los fotorreceptores conocidos como bastones. Cuando apagas la luz, notarás que a tus ojos les lleva poco tiempo ajustarse a la oscuridad. Eso es porque la fuente de luz que se acaba de apagar “blanquea” los bastones, y les lleva tiempo regenerar rodopsina (pigmentos sensibles a la luz).  

Este proceso, llamado adaptación a la oscuridad, se produce a un ritmo lento que su opuesto (adaptación a la luz)- porque nuestros bastones son más sensibles y 15 veces más abundantes que su equivalente: los conos. Durante este periodo de restauración de la rodopsina (que a veces puede llevar hasta una hora), nuestras pupilas se dilatan tanto como es posible para dejar entrar la luz de cualquier fuente de luz próxima que ayude a mejorar nuestra visión en la oscuridad.  

Cómo se ajustan tus ojos a la luz intensa 

Después de ver una película en el cine, ¿has salido fuera y te has topado con un luminoso atardecer? Si es así, te resultará familiar el resplandor que momentáneamente impacta tus ojos y los hace parpadear hasta que empiezan a ajustarse a la luz.  

La afluencia de luz envía una ola de estímulos a nuestras pupilas, haciendo que los fotorreceptores empiecen el proceso de adaptación a la luz. Como la adaptación a la oscuridad, este ajuste automático tiene lugar en la parte posterior de la retina con nuestros bastones y conos. Sin embargo, dado que nuestros conos son más ágiles que nuestros bastones, además de menores en número, su tiempo de respuesta a los cambios de luz repentinos es más rápido. Las células de los conos se regeneran unas 5 veces más rápido que las de los bastones, lo que permite que recuperemos la visión en menos tiempo. 

¿Qué es la sensibilidad lumínica? 

Los cambios repentinos de luz pueden generar sensibilidad a la luz en algunas personas. También conocida como fotofobia, este problema se da cuando la luz intensa resulta incómoda para los ojos. Para algunas personas, esto puede derivar en dolores de cabeza, náuseas y problemas a la hora de ver con normalidad después de estar expuestos a luz excesivamente brillante o intensa. 

Aunque la fotofobia puede afectar a gente de todas las edades, es más común en personas que tienen ojos más claros o vista cansada, y a veces puede ser un efecto secundario de ciertos medicamentos. La sensibilidad a la luz es un síntoma de otro problema, no un trastorno o problema de por sí. Además, se puede dar a la vez que otros problemas:

Causas de la sensibilidad a la luz (fotofobia):  

  • Migrañas 
  • Dolor facial (dental, meningitis, neuropatía)  
  • Ojos secos 
  • Ojos claros 
  • Albinismo 
  • Pupilas dilatadas 
  • Abrasiones corneales/desprendimiento retinal 
  • Infecciones de los ojos/inflamación  
  • Cataratas 
  • Glaucoma 
  • Drogas (tanto recreaciones como recetadas)  
  • Llevar lentillas de manera incorrecta por mucho tiempo 
  • Fotoqueratitis (ojos expuestos a rayos UVA)

Qué hacer si tienes sensibilidad a la luz

Ya que la sensibilidad a la luz normalmente se da a la vez que otros problemas, la mejor manera de lidiar con ello es identificar la causa subyacente. En la mayoría de los casos, la sensibilidad a la luz desaparece una vez se encuentra y se trata la causa principal del problema. 

Para aquellos que sufren de sensibilidad a la luz de manera innata o tienen ojos claros, aconsejamos seguir las medidas de precaución al aire libre para protegerse de la luz directa del sol, como llevar sombrero o usar gafas de sol con protección UVA.  

Si notas que desarrollas fotofobia después de empezar a tomar algún medicamento, consulta opciones alternativas con tu médico de cabecera.

En cualquier caso, si la sensibilidad a la luz te está afectando de manera continua, o si es severa o dolorosa, o incluso te afecta en condiciones de luz tenue, contacta con un profesional médico.